Nuestro
Señor Jesucristo y el Discípulo en diálogo abierto sobre
el celibato
sacerdotal.
24
de junio del 2018.
A
las comunidades que reciban sacerdotes.
Narración:
Yo
instituí el sacerdocio la noche del jueves de la Cena de Pascua con Mis
discípulos.
En
los tiempos de Moisés, Mi Padre estableció el sacerdocio de Aarón, figura del
sacerdocio de la ley. Sacrificios, ofrendas, holocaustos fueron instituidos en
la Sagrada Ley como una forma de expiar por los pecados del pueblo.
Así,
el sacerdocio de la Antigua Alianza pretendió cumplir la ley, mientras que Yo
tomaba muy en cuenta el sacerdocio pleno y perfecto de Melquisedec.
El
sacerdocio de Aarón se justificaba por la ley, pero el sacerdocio perenne y
eterno de Melquisedec se preservó casto y puro, ya no había que justificarse
por las obras de la carne, porque por Mí, el mundo ya estaba bajo Mi gracia.
En
la cena de Pascua terminado el sacerdocio de Aarón. Estaba cumplida en Mí la
ley y los profetas. Desde entonces establecí que todos mis ministros fuesen
célibes, castos y puros, pues todos están bajo Mi gracia.
Los
pecados de la carne, rompen con esta barrera de Mi gracia, así que establecí la
alianza santa del matrimonio entre un hombre y una mujer como un sacramento muy
especial.
Mientras
que instituí el sacerdocio, como una unión no sólo espiritual, sino también
física, porque ésta unión trae consigo la pureza, porque el sacerdocio de
Melquisedec es puro, total. Es una vida cien por ciento en gracia, por eso no
hay ninguna justificación, el sacerdocio de Melquisedec trae la pureza del
celibato desde el vientre materno, mientras que el sacerdocio de Aaron, la
castidad se adquiere con mucho sacrificio y esfuerzo.
En
los tiempos previos a Cielo nuevo y Tierra nueva, los sacerdotes no tendrán
mujeres ni hijos, si alguno no obedece, no podrá ejercer su ministerio
sacerdotal
Si
lo hace, entra en desobediencia a la ley de la gracia y en base a esta ley será
juzgado.
Más…
Ay… por aquella mujer que consintió en un pecado contra la gracia, si no se
arrepiente y se obstina en su forma de pensar, estará labrando su propia
condenación. Porque hará caer a un consagrado Mío, y Yo soy celoso, y no admito
ninguna justificación, ni la soledad del consagrado, ni su necesidad carnal,
antes bien, dejándose llevar por sus bajas pasiones, no se esforzó con ayuno y
penitencia. Consintió en la atracción de los sentidos, así que mi Discípulo
amado escucha:
No
hay vuelta de hoja, o se es una cosa o ninguna, o se dedica a procrear formando
una familia o al servicio del altar.
No
le está permitido llevar un sacramento justificándose por otro.
Cuando
un consagrado Mío, según el sacerdocio de Melquisedec, desea tener las dos
funciones, Yo Mismo, sí, Yo Jesús, haré que sus bendiciones y celebraciones
incluso la propia Eucaristía sean inválidas, no tendrán validez,
Invalidaré
la acción espiritual en su esencia y los que reciban conocimiento de esta doble
vida de mis consagrados estarán compartiendo este pecado contra la gracia.
Te
diré más… pronto…, mi pequeño.
Segunda
parte o continuación
Escribe
amado Discípulo:
Cuando
Yo invite a los 12, Juan mi discípulo, el preferido, era virgen, casto y puro y
jamás conoció mujer, ninguno de los que llamé tuvo descendencia, fueron puros y
castos a imitación de Mi amado padre José.
Mi
Padre les dio esa gracia, para que cumplieran eficazmente la misión, por amor a
la misión del Evangelio. Por amor a Mí no conocieron mujer, la continencia les
vino por designio de Mi Padre.
No
cayeron en ninguna tentación ni pecaron jamás contra su propio cuerpo.
Mi
sacerdote de estos tiempos debe ser célibe.
Debe
hacerse respetar y guardar su distancia con mujeres, para que no caiga en la
seducción de Jezabel el espíritu de la impureza, o de Asmodeo el espíritu de la
lujuria.
Toda
mujer que hace caer a un sacerdote y se lo lleve a vivir con él, no encontrará
paz ni descanso, pues hizo caer y pecar al hombre de Dios.
Por
su pecado, jamás alcanzará la vida eterna, pero si se arrepiente del mal que
hizo Y mediante una buena confesión quedará libre de la condenación.
La
mujer debe de respetar santamente el sacerdote, porque mi sacerdote no es un
hombre cualquiera, el sacerdote se debe a Mí en cuerpo y alma, está casado con
Mi Iglesia y Mi Santa Madre es también su Madre.
La
mujer debe bajar su mirada ante la mirada del sacerdote, y en su trato con él
debe vestir honestamente, pues por causa del vestido indecente, provoca primero
malos deseos y luego malos pensamientos en Mi consagrado, por esto y otras
cosas no permito cerca de él ni ministras, ni acolitas, ni lectoras, aunque
sean niñas.
Las
mujeres no deben dirigir horas santas, ni tocar los vasos sagrados, ni
limpiarlos, ni guardarlos, sino que es el sacerdote mismo, pues son objetos
consagrados igual que él, al servicio de la altar.
Cuando
mi Consagrado sufre ataques y vejaciones de mi enemigo, es que se ha expuesto a
eso, aceptando y consintiendo deliberadamente aquello que él mismo pudo haber
evitado.
La
mujer que mira con lujuria un sacerdote peca contra la gracia que reside en él.
Por
lo tanto, yo Jesús, digo mi sentencia:
El
sacerdocio de Melquisedec, no puede vivir doble vida ante Mi.
Nunca
deja de ser sacerdote, Mi sacerdote, engañará al mundo, a sí mismo y a los
demás, pero ante Mí, no hay engaño, pues yo Jesús conozco su corazón.
O
bien se retira a vivir otra vida distinta, con otro sacramento perenne, hasta
que la muerte los separe de la mujer que lo sedujo, incluso se puede salvar y
santificar durante el matrimonio.
Es
un ser humano, se puede enamorar como cualquier hombre, pero no puede
presentarse tranquilamente a celebrar la Eucaristía. Ya no es digno, cayó de la
gracia, tampoco puede administrar los otros sacramentos, pues Yo invalidaré su
esencia y su gracia.
Ahora
lo que Yo Jesús pido, es una definición.
La
respuesta la exijo Yo!
Quien
no esté conmigo está contra Mí, quien no recoge conmigo desparrama.
Oh
sacerdotes! que dejais las vestiduras sagradas por unirse a una mujer.
Oh
mujeres! que habiendo tantos hombres en el mundo os sabéis fijado en un
consagrado.
Reflexionad,
aún estáis a tiempo, detenernos a pensar por un momento, diáconos, que estáis a
punto de ordenaros sacerdote, si no podéis guardar continencia, es mejor no
ordenarse.
Mi
consagrado debe definir muy bien, cuando se trate de justificar… que es un
mensaje,… Palabras Mías recibidas incluso de la Santa Biblia, o… locuciones
internas.
Yo
jamás Me contradigo.
Pues
Mi Palabra es la Verdad y quien vive en ella está en la Luz, es por eso que os
trato de evitar un grave riesgo, un enorme peligro de condenación… en el fuego
eterno.
O
en una cosa o en la otra, no es opcional, Yo Jesús firmo este mensaje
Ixtus
…